Megadeth: reencuentro entre coros y Mustaine haciéndonos sudar balas otra vez
El 11 de abril Megadeth, liderado por el eterno Dave Mustaine, tocó en el Jockey Club de Asunción frente a miles de fans que esperaron 8 años para volver a ver a una de las bandas más grandes del thrash metal. Este concierto tenía muchos condimentos para que sea inolvidable. En 2016 el show en el Sport Colombia fue frustrado por los incidentes que causaron los fans y tanto los de Mustaine como la comunidad metalera tenían que reconciliarse. Creo que lo hicieron.
Texto por Diego Díaz
Fotos por Kevin Cabrera
Ese no es el único antecedente que hacía que el 11 de abril sea una fecha especial. Un día como ese, pero en 1983, otra de las bandas ícono del thrash, Metallica, había decidido expulsar a Mustaine por sus problemas con las drogas y el alcohol. Como último hecho relevante, Megadeth también presentaba temas que todavía están frescos, pertenecientes a su último álbum: “The Sick, The Dying… And The Dead!”.
Esta vez el show inició con la canción que le da el nombre a la última obra de la banda, como para dejarles en claro a sus seguidores que a lo largo de los años Megadeth, o al menos Mustaine, continúa teniendo fuerza al momento de componer. Esa sensación la habíamos tenido en noviembre del 2011, cuando la banda vino por primera vez y trajo consigo “13” (Th1rt3en) y tocaron tres temas nuevos: “Public Enemy N°1”, “Whose Life y Guns” y “Drugs & Money”.
Con una agrupación inédita, de las tantas agrupaciones inéditas que tiene en su haber Megadeth, en esta oportunidad lograron transmitir al Jockey la fidelidad que todo seguidor necesita tener cuando una banda tan grande enchufa sus instrumentos para un concierto. Clásicos de discos megaexitosos como “Countdown to Extinction” y “Rust in Peace” fueron interpretados a la perfección por Dirk Verbeuren (batería) y Teemu Mäntysaari (guitarra), dos miembros nuevos, y el ya conocido James LoMenzo, que estuvo con Mustaine para “United Abominations” y “Endgame”.
La primera parte del concierto estuvo cubierta con temas que conforman el repertorio habitual de los que añoramos los tiempos más gloriosos del thrash metal. Hubo algunas excepciones, pero Mustaine hizo un compilado de tres de sus mejores discos: ”Countdown to Exticntion”, “Rust in Peace” y “So far, So Good, So What!”, cerrando con “Trust”, una canción que por bastante tiempo fue la que dio apertura a los shows de Megadeth.
En épocas tan diversas como la que vivimos, ver a una banda como Megadeth podría entenderse como ir a jugar a lo seguro. Es verdad que la música ahora alcanza niveles de difusión masiva antes no alcanzados y varias veces la exigencia de ir sacando temas puede resultar abrumante. Sin embargo, la combinación de estilos que antes era imposible de creer armonizables, nos vuelve menos conservadores al punto de mantener como requisito vivir sin esquemas.
Comprendiendo la belleza de la pluralidad, el tercer show de Megadeth en Paraguay nos recordó la belleza de la pasión. Sin olvidar que en la actualidad hay artistas que logran conectarse con fanatismo futbolístico con sus adeptos, la experiencia de los liderados por Mustaine trajo de vuelta una puesta que incluye códigos como cánticos y mascotas. Pocas bandas podrían decir que con su propio tema logran hacer corear una música de cancha a sus fanáticos. Tampoco son muchas las agrupaciones que en medio de un concierto sacan a pasear a un Vic Rattlehead sobre el escenario, o a un Eddie the Head en el caso de Iron Maiden.
A diferencia de aquel 11 de abril de 1983, cuando Mustaine fue echado de Metallica y solo fue cuestión de tiempo que se le ocurra fundar Megadeth para aplastar a quienes desde entonces serían sus enemigos, este 11 de abril mostró que su ímpetu y talento no emergen de la frustración. Lo que vimos en el Jockey fue fruto de la redención que Dave quiso tener frente al público paraguayo con el que lastimosamente se había desencontrado en 2016. Y en verdad Mustaine siempre fue eso: redención ante las adicciones, ante lesiones e incluso ante un cáncer de garganta.
Miles de almas con remeras negras, algunas todavía con pelo largo, salieron extasiadas de este episodio del tour Crush The World; salieron sudando balas y por sobre todo salieron temprano, poco antes de la medianoche. Muy acorde con el momento por el que pasan Dave y Megadeth, alejados de los excesos, maduros y tan virtuosos como el solo final de “Holly Wars”, que por segunda vez cerró la noche en el Jockey Club.