Anti-Carbono: Post rock, orquestación y un sombrero
Una fresca noche en Buenos Aires, específicamente el pasado 18 de abril, Anti-Carbono dio su segunda presentación en vivo ante la concurrida sala del CC Imaginario. Durante el recital resultó imposible despegar la atención de la destreza instrumental, el concepto narrativo de las canciones y un particular sombrero.
Por Félix Amadeo
Cuando terminaron la presentación nos sentamos a conversar con Lúthien Lloveras (vocalista y guitarrista), Lorenzo Montenegro (bajista), Antón Ibarzabal (violinista) y Ulises “Chula” Talotta (baterista). Para acompañar la entrevista, pueden escuchar el live bootleg de la fecha y apoyar a la banda: Anti-Carbono en vivo.
-¿Cómo surge el proyecto? ¿Qué sonido buscan? ¿Cómo se entrelazan los caminos de sus integrantes?
-Lúthien: Básicamente, todo el proyecto surgió a fines de 2023, con la llegada de Black Midi a Argentina. Después del show que dieron en La Trastienda, Cameron (el bajista), en una situación de pura suerte, me regaló un sombrero cowboy que había usado en vivo. Me voló la cabeza. Es una de mis bandas favoritas, y que uno de sus miembros me regalara un objeto personal, que puedo tener para mí, significó un montón. También fue el punto de partida para crear un proyecto: quería tocar con ese sombrero. Esa fue la razón principal.
-Todo un acontecimiento simbólico. Ese sombrero expandió sonido.
-Lúthien: Totalmente. Y generó una búsqueda sonora influenciada por bandas como Black Country, New Road. Ir hacia un sonido más moderno, experimental, del lado del post-rock, del noise. Sentía que eso no se veía tanto en Argentina. Recién ahora están surgiendo algunas bandas, como Ein Sof, Naima... bandas muy buenas que recomiendo mucho.
-¿Qué sintieron cuando apareció el proyecto? ¿Qué les incentivó a formar parte?
-Ulises: Yo tuve muchas bandas antes de Anti-Carbono, en la escena de acá. Conocí a Lúthien porque buscaba baterista por Instagram. Los proyectos en los que toqué antes no tenían nada que ver con lo que hacemos en esta banda. Rítmicamente vamos por otro lado, más experimental a lo que estaba acostumbrado. No existe mucho el 4/4 (risas). Tenía muchas ganas de tener algo jugado. Aprender, tener un proyecto donde jugármela rítmicamente. Ya venía con la idea de que, en la escena actual de Buenos Aires, todo todavía está como arrancando. Hacen falta músicos, proyectos que estudien música, que se la jueguen e innoven.
-Antón: Yo toda mi vida toqué clásico y tango. No es que tocara esos géneros porque fueran lo que escuchaba, sino que le agarré el gusto por tocar el violín. La técnica que tenés es para eso, para lo orquestal.
-¿El violín no es el instrumento más “rockero” dentro de una orquesta? Cuando iniciaste en la música clásica, ¿había un deseo de explorar otros estilos?
-Antón: Cuando empecé, no. No concebía cómo meter el violín en otro género. Justamente al meterme en Anti-Carbono —ya desde el año pasado, mientras estudiaba— pensaba: "tengo que enfocarme en mis composiciones, me tengo que buscar una banda", para experimentar con el sonido del violín. Hubo varios violinistas que exploraron mucho, como en el jazz-rock: Jean-Luc Ponty, que me gusta un montón. Ahora la onda big band también está muy de moda.
-¿Es distinguible lo que hacés en una orquesta y luego en Anti-Carbono? ¿El violín es disruptivo en su sonoridad o se adapta al formato? ¿Dónde está la novedad en el instrumento?
-Antón: Escucho rock, jazz, progresivo... Cuando quiero componer, no me nace desde la música clásica. Durante toda mi vida toqué eso porque era lo que tenía, pero últimamente dije: no, quiero tocar lo que escucho. Lo que realmente me sale tocar.
-¿Componen sin pensar en teoría musical o hay teoría aplicada?
-Lúthien: Hay un poco de teoría, pero más intrínseca. Mucho estudio del instrumento, que inconscientemente se vuelca en la música. Surgen ideas muy distintas, y después veo cómo unirlas. Generalmente empiezo por ideas narrativas y a partir de ahí pienso qué música podrían tener. A veces me acuerdo de algo que compuse en la guitarra hace unos meses y lo uno con alguna letra que ya tenía escrita.
-¿Hay un método a la hora de construir los arreglos? ¿El violín debe seguir una línea o hay libertad para romper con lo clásico?
-Antón: Las composiciones con Anti-Carbono son complejas. Lúthien va armando sus temas, y yo tengo una cabeza más estructurada. Necesito saber qué notas están sonando. No creo que uno tenga una idea para meter algo y así ya va a innovar. Lo veo más como proponerse un desafío, salir de la zona cómoda, aunque no sepas bien qué va a pasar. Cuando uno se enfrenta a eso, salen cosas nuevas. Es tratar de lidiar con territorio desconocido.
-Anti-Carbono juega con la contramelodía y la disonancia, pero el bajo también aporta rítmicamente desde la melodía. ¿Cómo encontrás tu lugar en la banda? ¿Cómo desplegás tu identidad dentro del universo sonoro?
-Lorenzo: El bajo es un instrumento de transición entre lo rítmico y lo armónico. En la formación original —antes de que se sume Anton—, bajo, batería y guitarra, había una intención importante de conectar lo que quería hacer la guitarra con la batería. Siendo una banda que se caracteriza por estos ritmos extraños, se siente algo natural. Las influencias y la identidad son una amalgama de referencias, desde un jazz lejano, pasando por Paul McCartney en los Beatles, hasta Black Country, New Road. Depende de lo que pide la canción. Podés tener una muy Godspeed You! Black Emperor y otra más black midi.
-¿Qué influencias artísticas y musicales atraviesan el proyecto, tanto desde lo sonoro como desde lo conceptual?
-Lúthien: Teniendo en cuenta las influencias tan distintas que tiene cada uno, eso tiñe las composiciones desde cada instrumento. En lo conceptual, hay artistas de todos los géneros que experimentan y tienen algo muy narrativo detrás. El pop, la electrónica, el jazz... te dan libertad para contar. A mí me gusta contar historias. Estoy muy inspirada en Laurie Anderson. Gente que se la juega con narraciones. Antes venía del rock progresivo, y de ahí me metí más de lleno en el avant-garde. Peter Gabriel, todo lo que es Genesis, y los grandes discos conceptuales de Pink Floyd fueron clave.
-¿Cómo se manifiestan las decisiones artísticas dentro del proyecto?
-Lúthien: Básicamente, las canciones y lo que es el armado del vivo surgen a partir de un concepto, de darles un orden narrativo. Desde lo narrativo vamos viendo qué matices necesita cada tema. Yo quizás compongo alguna armonía y tengo ideas para los demás instrumentos. Presento eso a los chicos y confío en sus habilidades como instrumentistas para que hagan algo que funcione dentro de la canción. A la vez, les doy libertad creativa para que puedan aportar lo que consideren. Aunque a veces también doy indicaciones más concretas, tipo: "okey, esto quizás va más por este lado".
-Recomienden una canción a los lectores de Sintonía que signifique mucho para ustedes como banda.
-Lúthien: Escuchamos John L de Black Midi y automáticamente decimos Anti-Carbono.
-Antón: Hasse Kassel son chilenos, eso está muy bueno también.
-Lorenzo: No es que seamos cipayos ni nada (risas), pero es cierto que acá recién ahora se está empezando a hacer algo así, está muy lindo.