La sustancia: nos mostraron una crítica a la industria y terminaron retorciéndonos el cerebro

“The Substance” o “La sustancia” en español es la última película de la directora francesa Coralie Fargeat, una cineasta que no conocía y que de ahora en más voy a tenerla en cuenta en todo lo que haga. Antes de ver este filme no sabía de qué se trataba, lo único que tenía en mente era que contaba con buenas críticas y que era difícil de ver.

Por Diego Díaz

La película trata de una problemática conocida: de que existen estereotipos de belleza femenina que son reforzados por una industria violenta estética y psicológicamente, que hace desechables incluso a mujeres hegemónicas que ya no son jóvenes. No obstante, lo original del filme no es el tema en sí, sino la manera en la que la directora cuenta cómo el sistema impacta en la vida de la protagonista.

Demi Moore protagoniza a Elisabeth Sparkle, una celebridad televisiva, símbolo de éxito, belleza y simpatía, pero muy vieja para la industria, que transita por ciclos de deterioro tras conocer “la sustancia”. El nombre de la película hace referencia a un químico que está en auge en Estados Unidos (¿un guiño al Ozempic?), que promete la juventud eterna pero lleva a Elisabeth a un duelo entre el éxtasis y la depresión, dualidad que luego se destruye.

“Remember you are one” es el eslogan de la sustancia, una clara alusión a los productos que estuvieron muy de moda en los 2000 para que las mujeres bajen de peso y estén acordes a los estándares de la época. La película cruza muy rápido el tramo explicativo sobre las imposiciones que resisten las mujeres para mostrar cuáles son los efectos adversos de la sustancia, una droga más, como la cocaína y otra composición estimulante.

Al inicio de la película, se puede apreciar a una Demi Moore espléndida. Tiene 62 años. Definitivamente la juventud no se queda con el monopolio de la belleza. Cuando la protagonista decide renunciar a su belleza y buscar otra, la película te hace sentir que su decisión fue un error. De hecho, cuando emerge su “yo joven” o Sue (Margareth Qualley), la transición es traumática y causa incomodidad a todo aquel que esté mirando esa escena.

La película es una película feminista, no hace falta mencionarlo. Seguramente alguna que otra persona no se habrá dado cuenta de eso pero en todo momento dejan en claro que aplicarse la sustancia no es lo mismo para un hombre que para una mujer. También dejan en claro el rol que cumplen los varones en la industria del éxito y que muchas veces sus imágenes no condicen con el producto que comercializan. O sea, son tipos feos.

El mensaje final de la película es tal vez lo más cliché, pero tampoco había mucho más que decir: no vale la pena sacrificar toda una vida para eternizarse, es mejor aceptarse y tal vez a veces es mejor reconocer tus limitaciones.

Lo que iba a ser difícil en definitiva para una película como esta era terminar con el círculo vicioso de aplicarse la sustancia. Sin embargo, lo lograron, utilizando el humor y el absurdo. Después de dos horas de incomodidad, soportando observar imágenes retorcidas, te cagas de risa.

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